En esos días de limpieza no te olvides de las paredes y los techos, solemos dejarlos a un lado porque se piensa que soportan más o simplemente porque creemos que será una tarea complicada. Nada más sencillo que limpiar tus paredes y techos, si lo haces periódicamente los mantendrás en condiciones óptimas, al evitar que se acumule polvo, grasa o manchas.
La forma más simple para limpiar los techos es con una escoba, a la cual le envolverás un paño o trapo limpio y seco, para que talles sin mucho esfuerzo, quitando polvo y manchas superficiales.
En caso de que se presente una mancha difícil, si tu techo cuenta con pintura lavable, solamente utiliza una esponja, al igual amarrada al cepillo de tu escoba, con agua y un poco de jabón neutro, para tallar únicamente sobre la mancha.
Ahora bien, si el techo es de azulejo, utiliza un trapo semi-mojado y si notas que se acumuló humedad puedes usar un cepillo de dientes que ya no utilices para tallar sobre todo en las juntas o bordes.
Este mismo método puedes aplicar para paredes que sean de azulejo. Solamente si notas hongos se recomienda uso moderado de amoníaco o una mezcla de agua con vinagre.
Si cuentas con paredes de revestimiento de madera procura una limpieza constante en seco para quitar el polvo y en un determinado momento un paño húmedo para deslizar alguna mancha.
Para muros con vinílicos es más sencillo limpiar por su película plástica, que hace más fácil deslizar cualquier mancha, pero si te topas con una mácula más sólida puedes usar un detergente no abrasivo y frotar en círculos.
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